En Pamplona sentimos orgullo de lo que somos: de nuestra rica historia, de nuestras raíces y de nuestra identidad plural, de nuestro patrimonio. Todo eso que explica que hayamos llegado hasta aquí.
Pero, sobre todo, en Pamplona valoramos nuestra capacidad de trabajo y lo que hemos conseguido con talento, empeño y esfuerzo. Todos y todas a una. Sabemos lo que tenemos, que es mucho, y también lo que cuesta conseguirlo y cuidarlo. Por eso, preferimos contarlo en voz baja, sin exagerar.
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Y es que en Pamplona no nos movemos para salir en la foto. No nos gusta aparentar ni vender motos. Si sabemos hacer algo, lo decimos y lo hacemos; si no lo sabemos, lo reconocemos con naturalidad. Y procuramos aprender para saber hacerlo la próxima vez. Es verdad, aquí somos muy directos, a veces demasiado…
Energía eólica e hidrógeno verde. Automoción y movilidad. Investigación médica. Industria biofarmacéutica. Agroalimentación. Inteligencia artificial y reconocimiento facial… En Pamplona, cuando investigamos, investigamos; cuando emprendemos, emprendemos; cuando innovamos, innovamos. Cuando creamos, creamos. Cuando competimos, competimos. No es de cara a la galería sino para poner en marcha proyectos sólidos, confiables, de referencia.
En Pamplona valoramos la prudencia y la discreción. Quizás parezcamos personas reservadas al principio al principio. Pero, cuando nos abrimos, nos abrimos para siempre. Si acogemos, acogemos para siempre. Somos de echar una mano sin preguntar. Al de casa y al de fuera, sin distinciones. No dejamos a nadie en la estacada. Somos personas sensibles y solidarias. Nos cuidamos.
Incluso cuando nos quejamos o protestamos, cuando participamos o discutimos, y eso es frecuente en Pamplona, lo hacemos a conciencia. Pero, luego, no hay rencor. Ser diferentes no significa darnos la espalda ni pelear. Desde hace mucho tiempo, desde que Pamplona unió sus tres burgos hace seis siglos, hemos aprendido a respetarnos y a convivir.
En Pamplona nos tomamos la vida en serio, pero cuando hay que reír y disfrutar… ahí estamos. ¡El humor es una cosa muy seria en Pamplona!
Lo que diferencia a Pamplona de otras ciudades no es su monumentalidad ni tampoco el lujo. Aquí no tenemos mar ni yates ostentosos, no hay restaurantes triestrellados ni tiendas de marcas imposibles, no hay ferraris que retumban en nuestras avenidas… No. Eso no va con Pamplona. Lo que de verdad hace única a Pamplona es su gente. La gente de Pamplona: esa es nuestra tarjeta de presentación. Con nuestra gente, nuestros hombres y nuestras mujeres, Pamplona es imbatible.
Pamplona, de verdad
Iruña, bagara
Una narrativa común y cohesionadora
Osasuna. Las fiestas de San Fermín. La Casa de Misericordia. La Tómbola de Cáritas. El juevintxo. Estafeta. La pelota. El cine documental de Punto de Vista y la música de Flamenco on Fire. La verdura de la Magdalena. La lluvia. Los mercados. Los barrios… Y, sobre todo, la gente. La gente de Pamplona.
La nueva marca Pamplona es algo muy importante. Sobre todo, es el relato que Pamplona se da a sí misma y el que quiere contar al mundo. Pasado, presente y futuro. Sirve para hablar de la ciudad y de su gente: nuestras raíces, nuestra historia, nuestra identidad. Lo que todos los pamploneses y todas las pamplonesas han construido juntos desde siempre. Pero también sirve para poner en valor lo que hacemos cada día y proyectar el futuro que soñamos y queremos conseguir.
El relato de la nueva marca Pamplona es el resultado de un amplio y apasionante proceso de cocreación en el que han intervenido colectivos, asociaciones y profesionales de distintos ámbitos. No es, por tanto, un relato postizo ni una falsa estrategia de imagen. Es un relato de verdad, como es Pamplona. Y se apoya en estos ocho rasgos encontrados durante el viaje…
Pamplona no peca de indefinición. Al contrario, aquí existe un acusado sentido de pertenencia. Más allá del cliché (ciudad conservadora y cerrada, con gran calidad de vida), Pamplona tiene muchos motivos para sentirse orgullosa. La nueva marca debe servir no sólo para contarlos sino para canalizar e impulsar un atrevimiento todavía contenido. Hay en Pamplona una creatividad latente que pugna por asomar, que está esperando a ser contada.
No es Pamplona una ciudad monumental, tampoco dispone de edificios emblemáticos que proyecten con claridad su imagen al exterior. Hay lugares muy queridos y valorados, sí, pero el alma de Pamplona es sobre todo su gente. Personas trabajadoras, discretas, cabezotas. Honestas, leales, auténticas. Reconocibles y reconocidas. Los pamploneses y las pamplonesas son el mejor relato de la ciudad, quienes la hacen única, su verdadera seña de identidad.
No es conformista Pamplona ni cae en la autocomplacencia. Al contrario, es una ciudad reivindicativa, con voz propia fuerte y clara. Llama la atención aquí la pujanza del tejido asociativo y su presencia constante en la calle. Y una sólida red de cuidados que muestra que Pamplona es sensible, generosa y solidaria. Mucho más abierta de lo que se puede pensar, Pamplona late de abajo arriba.
Los barrios de Pamplona han mostrado desde siempre una enorme personalidad. A pesar del protagonismo del centro, los barrios ofrecen una vida propia rica y dinámica. Peñas, clubes, asociaciones… así lo demuestran día a día. Y más ahora con la incorporación de personas cuyo origen está en otros países y que han convertido la ciudad en un crisol de culturas. Incorporar la voz de los barrios es esencial para que la nueva marca sea verdadera, descentralizada, multiétnica.
No hay otra ciudad cuya imagen esté tan marcada por sus fiestas. Las de San Fermín son mundialmente conocidas. Tanto, que llegan a desenfocar la imagen de Pamplona. Aquí sentimos orgullo de nuestras fiestas, pero Pamplona es sobre todo laboriosa, discreta, tranquila. El reto no es ‘ocultar’ San Fermín sino reivindicar nuestro tejido universitario e industrial: somos cuna de la energía eólica y sede de compañías biofarmacéuticas, agroalimentarias o tecnológicas líderes.
Ciudad romana, capital vascona. Con un rico patrimonio histórico, cultural y lingüístico. Enriquecida por las corrientes migratorias. Pamplona es esencialmente plural. Existen en Pamplona dos o muchas almas, pero también la certeza de que aquí aprendemos a convivir cada día. Cuadrillas, familias, asociaciones, Osasuna… son exponentes de esta pluralidad. Por eso, la diferencia ha de ser un eje que vertebre nuestro relato y la nueva marca, un lugar de encuentro.
Discreta, nada dada al exhibicionismo ni a la estridencia. En Pamplona no rugen cochazos de alta gama ni se ven tiendas de marcas carísimas. Los niveles socioeconómicos se diluyen con naturalidad en los grupos de amistades, en los que nadie es más que nadie y se paga a escote. No, en Pamplona no se venden motos. Ni siquiera se hace alarde del talento. Sencilla, amable, equilibrada, en Pamplona se cree y se practica la naturalidad.
En Pamplona llueve mucho y huele a hierba húmeda. El verde no es un tópico ni una aspiración. No forma parte de una operación de márketing. Somos una de las ciudades con más metros cuadrados de parques, jardines y espacios verdes. A tiro de piedra del mar y de la montaña, rodeada de un entorno privilegiado, cómoda y equilibrada, tranquila y segura, limpia y ordenada… El verde forma parte del ADN de Pamplona.